Nervión. De Antonio Romero |
CONFINADOS los versos, temerosa
leo desescalada en los periódicos,
y pienso
que no importa si no existe
tal palabra,
que seguimos encerrados en casa,
con la vida quieta tras las ventanas,
con el agua al cuello, tan estancada
en los bolsillos,
que huele a podrido
por más buenos deseos que se lancen
al aire con monedas de oro.
Y si entonces desescalo los versos,
- me pregunto tras el aplauso diario-
y pienso
que no importa que sea mayo,
si sale el sol o si llueven arcoiris,
que ya hasta los poemas
tienen que ponerse las mascarillas
y gel desinfectante entre las letras,
salir a una hora precisa
y con la distancia ya convenida;
que seguimos en riesgo de contagio
con el bicho que habita entre pronombres,
- entre tú y yo,
alejando al nosotros,
al vosotros, y también a ellos- .
Y seguimos sin vacuna ni antídoto
de momento,
fuera sólo sigue el maldito virus
que destroza nuestro mundo por dentro.
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