Rotilio, de emblema olvidado a fotopoema minero
"Escribir un poema: marcar la piel del agua"
Ángel González: "Metapoesía"
No, no es fácil; -nadie dijo que lo fuera. Escribir poesía, vaciar el alma y desnudarla a la vista de todos y sin reparos, siempre se hace complicado. Y aún más: rasgar nuestra propia piel y hendir la pluma más profundo si cabe, traspasando el río sangre y hasta llegar a las entrañas de la misma tierra que te vio nacer. Escribir poesía minera, sólo minera, como la cultivada por los "poetas de la tierra" siempre presentes - Morón, Cobos Wilkins, Pérez Illescas, Delgado, Perejil Delay, Román, entre otros muchos- y escribir de lo nuestro: de los paisaje y el río Tinto, de la mina y de los mineros... sintiéndolos suyos,-y aún más nuestros-, en cada uno de sus versos. Pero, ahora qué, cómo seguir esa estela, cómo imprimirles algún matiz nuevo, y no sólo en la forma, sino también en el fondo; cómo,- siguiendo cierta expresión de moda-, cómo escribir poesía minera renovada para un tiempo nuevo.
Y este tiempo nuevo sobrecargado de información y de imágenes continuamente, el retrato de nuestra tierra parece fácil y a golpe de instantáneas de un solo clic en cualquier red social, vía móvil, tableta o cámara digital de última generación. Y, entre tanta sobresaturación, pasaría inadvertida, dejada y olvidada una vez más. Porque mostrar los paisajes, el río Tinto, la mina y el sentir minero como únicos y nuevos a través de cada instantánea, llenándolas de nuestra historia y sintiéndolas intensamente desde el primer encuadre hasta llegar a sobrecoger el alma de todo aquel que la contempla... No, no es fácil, - nadie dijo que lo fuera-: hacer poesía minera foto a foto siempre se hace complicado.
Lo cierto es que estamos tan acostumbrados a esa poesía que la vemos casi a diario sin darnos cuenta; incluso en los espacios meteorológicos de las televisiones, somos partícipes de ella cuando se nos encoge el alma al ver las fotografías de Antonio Romero, quien no repara en cargar el objetivo de su cámara de símbolos y metáforas no sólo para mostrar las partes más típicas y reconocidas de nuestro entorno minero, sino para rescatar huellas de lo nuestro que pasan desapercibidas y olvidadas en el discurrir cotidiano. Y así, rescatar, -por ejemplo-, nuestro malacate del pozo Rotilio y sus alrededores mineros, sólo mineros .
Cartel anunciador |
El malacate del pozo Rotilio es, -junto a la torre del Ayuntamiento o el nacimiento del Tinto-, uno de los principales emblemas de Nerva, en cuyo término municipal se encuentra enclavado. Desde su peculiar nombre, -que procede del ingeniero director de las Minas de Riotinto (1954-1970) D. Rotilio Martínez Barreiro-, el pozo constituye una huella más del pasado industrial y minero de Nerva y nuestra comarca, la Cuenca Minera de Riotinto. El pozo Rotilio se construyó en 1966 para la extracción de mineral de la masa San Antonio, que se sitúa en el extremo oriental del anticlinal de Río Tinto. En 1970 una vez finalizada las instalaciones de esta mina subterránea se comprobó que el mineral era muy complejo, haciéndose muy difícil su rentabilidad por lo que se paralizó a finales de la década. Se trata pues de un malacate de nueva construcción y es uno de los dos que existen en la provincia de Huelva cuya maquinaria se encuentra situada en la parte superior del mismo. Además conserva en su alrededor los distintos elementos de embarque y desembarque de las vagonetas de mineral.
Pese a los sucesivos expolios y la consumada dejadez de la zona, el malacate Rotilio es uno de los principales motivos de inspiración para pintores, fotógrafos y demás artistas – tal y como queda demostrado año tras año en los concurso de pintura al aire libre o en los rallys fotográficos que se celebran en la zona- que quedan prendados, no sólo de su colosal tamaño, sino de la diversidad cromática que lo rodea y hasta de su aspecto envejecido por el paso del tiempo que le imprime cierto aire romántico o incluso dramático.
“En Algeciras vi una exposición monográfica sobre un buque varado cuyas sensaciones asocié inmediatamente a nuestro emblemático pozo Rotilio. Enseguida llegaron a mi mente las imágenes que viví junto al malacate, que permanecía ahí impasible al paso de los años mientras de chiquillos jugábamos en el Marismillas".- en palabras de Antonio Romero.
Los autores de la exposición con el gerente de la Cervecería Robles, Rafael Barba quien animó a ambos a exponer |
Inauguración de la exposición en Nerva el 1 de agosto 2014 |
"Un buque encallado a las orillas del Tinto". Pocas veces se ha visto a nuestro malacate con una imagen tan bella y poética como ésta, y sobre la que se sustentó la muestra que en agosto de 2014 acogió la Cervecería Robles de Nerva, bajo el título "Rotilio, poema visual". Romero logró convertir al malacate en protagonista absoluto de una docena de fotografías que, propias a su estilo casi pictórico heredado y desde distintas perspectivas, trataron de ponerlo en valor junto a nuestros paisajes mineros: desdibujado entre los reflejos anaranjados y rojizos de las aguas del Tinto, ante las inclemencias de una tormenta que se acerca o en la oscuridad de una fría noche de invierno... Qué más da: el viejo malacate del pozo Rotilio resistía ahí, rodeado de vacies y escombreras de minerales, majestuoso y esbelto, a lo lejos, divisando Nerva.
Y entre lo sulfúreo del terreno, el silencio sepulcral en la cercanía al cementerio, -motivo de los románticos por antonomasia-, ambienta siempre a cada una de las instantáneas de Romero que, ya desde el primer contacto visual, invitan a escribir poesía. Pero, claro, cómo ilustrar imágenes de por sí poéticas con versos que no cayeran en la redundancia que supondría la simple descripción del paisaje que los ojos alcanzan más allá de los oxidados hierros y llenarlos de vida, de la nuestra.
Habría entonces que volver al comienzo de este artículo, a lo profundo, a ese "marcar la piel del agua" que escribiera el poeta, pero eso sí, roja como la del Tinto y que brota de nuestras propias cicatrices. Claro que en esa búsqueda de versos con esencia de romero, no estuve sola; nunca lo estoy cuando se trata de mi tierra y de los míos. Como en otras muchas ocasiones en La Factoría y otras estaciones, el viaje a las entrañas de la Cuenca Minera de Riotinto la realicé de la mano de mi padre, Paco Alcázar: nadie mejor para poder "documentarme" y empaparme una vez más del amor que tiene por la tierra, por su historia y nuestras tradiciones con sus amplios y sorprendentes conocimientos, no sólo técnicos sino también en el día a día de los mineros y ferroviarios que marcaron nuestro ser.. Así, desde lo alto del Rotilio, espié a los amantes que iban al Dique, me subí con los chiquillos a atrapar palomas, me tomé un trago de aguardiente del Jeromo, me resguardé de la tormenta entre sus hierros y eché la "peoná" de noche en el pozo hasta el alba hasta amanecer conversando con el viejo malacate retratado por Romero de tú a tú.
Surgen así los doce fotopoemas que compusimos para esta exposición y en la que imagen y poesía se complementan de una manera recíproca y casi mágica, en una comunicación constante de manera que, -como ya ocurrió con las pinturas de "Antolojía" de Martín Gálvez o en mi propio poemario Mirada Azul-, no se crea un único mensaje sino tantos como espectadores de la muestra interpretan de cada fotopoema, más profundo y más completo al unirse las visiones de la cámara y la pluma al unísono. Pero cómo, cómo se consigue tanta compenetración en disciplinas tan diferentes a priori, cómo se crea ese "binomio Romero Alcázar" del que hablábamos el día de la inauguración.
Sí, en esta ocasión, sí es fácil. Y no es sólo el amor a esta tierra y el sentir minero que ambos compartimos y de los que impregnamos cada fotopoema; es aún más profundo y arraigado; es el legado de una amistad minera y ferroviaria, de las de antes y con solera: la del gran pintor minero, -Antonio Romero Alcaide, padre de Antonio- y mi maquinista de las estrellas, - mi abuelo Paco Alcázar Marin-, y a quienes, orgullosos siempre, seguiremos homenajeando juntos con fotopoemas que pongan en valor lo nuestro para que perdure más allá de nuestro propio tiempo.
Carmen Alcázar
(Publicado originalmente en Nervae 2015)
- Lee en Hacia lo etéreo algunos poemas de la exposición "Rotilio, poema visual" pinchando AQUÍ
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