Bienvenidos a mi libreto de poemas medidos y desmedidos... y etéreos

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martes, 14 de abril de 2020

Coronavirus

Su primer arcoiris. Foto: Josué Correa

APARTA,  no quiero ni que me rimes,
aléjate ya de mis versos,
no quiero que los contagies también
y no respiren,
o se queden sin ganas,
                                     confinados
con el alma enjaulada en una celda
sin claras de sol, con las yemas
de los dedos cortadas por el látex
de los guantes que aíslan.

Que no!
             No quiero ni pensarte,
ni que seas mi pesadilla
recurrente cuando todo esto acabe.
Fuera, vete  de mi balcón arcoiris,
adonde cuelgo mis pies cada tarde,
sin botas seguras que los salven;
donde bailo en este abismo
del resistiré que suena con eco
                                                en las aceras
temiendo  al estornudo,
a tu germen en el saludo falso
o al leve  roce en la cola del súper.

Sí, te mantengo la distancia.
ya me he construido mi propia pantalla
protectora, mi fuerte
tras la ventana de cristales,
adonde mis ojos se asoman
cada tarde,
                  y se duelen
mientras llueven aplausos
para todo héroe viviente:
de bata blanca,
                        azul o verde,
                                             también de guatiné,
en los hospitales y en ese piso
de enfrente, también al del quinto
y su perro que no se enfaden,
y para el autobús que pasa y pita,
o el coche patrulla que nos toca la sirena
ante la atenta mirada de  niños
que sonríen  y juegan
sin parques ni colegios,
echando de menos los besos
y abrazos de los abuelos que sufren
de cerca,
                   por  kilómetros de  dos pasos.

Lárgate ya, maldito virus:
nos estás jodiendo la vida,
que hasta este poema se hace largo en cuarentena:
se ha bebido todo el alcohol desinfectante,
se ha quedado sin mascarilla
en este último renglón.
Ya viene, ya se acerca
el punto de la curva,
sin aliento.
Causa de muerte:
                             el fin de la pandemia
-se puede leer en la esquela.

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