Vaho |
ME duelen tus ojos tristes
porque viven ausentes
en el espejo de tu casa
y de la mía.
Acaso si ya me dejas tu vaho
en los cristales,
sé que aún respiras;
o si acaso te dibujas sonrisas
en tu rostro forzadas
al disimulo entre la gente,
te siento como adormecida,
como acurrucada en la pena
que tan fría te eleva...
Y yo te escucho desde lejos,
como río que sangra silencioso
por su cauce,
donde sólo brotan espinas
que acaricias entre las piedras.
Pero no llores,
mírate entre los huecos
que quedan,
y no temas:
deja que el sol caliente tu alma
mientras el mar se acerca.
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