Mirador de Corta Atalaya. Foto: Antonio Romero |
Asómate conmigo de la mano,
y mirémonos desde mi atalaya,
con la tarde tornada,
de frente al precipicio de tus miedos,
-ya ahogados,
ya muertos-
en el reflejo rojo de la sangre
agria que nos corroe,
sigilosa,
entre el sudor y el azufre
que a dentelladas moldean los cuerpos.
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